El día esplendoroso… el
verde de los arboles
palidece… la brisa acaricia
nuestro rostro como un refresco fugaz ante el calor implacable.
El arroyo que desciende de la
montaña refresca ligeramente la llanura y mis hijos deciden chapotear y
sumergirse en sus recodos.
El susurro de un canto modulado
por los golpes suaves del agua contra las rocas y sus barrancos me motivan a
buscar una fiel sombra al lado de un pálido arbusto; mientras José y Miguel bendicen la frescura del
arroyo.
Adormitado por el arrullo de
aquella melodía comienzo a escuchar el agónico coro que entre otras palabras
decía:
-Soy el Agua que te aviva y en
cada gota me desangro…solo pido que me cuides para este regalo seguirte dando…
...No quiero morirme como el
palpitante corazón, que decrece su ritmo ante el avasallador aumento de la
multitud indolente; que lo ahoga mientras sacia su sed bebiendo su ùltima Gota
Irònicamente.
Autor: Historiasy